miércoles, 17 de diciembre de 2014

¿Tres son multitud?

Determinar la relación y la jerarquía que existe entre pedagogía, psicología y
lingüística a la hora de enseñar y de aprender una lengua extranjera, es sin duda una ardua tarea.  Establecer un orden de importancia significaría, en cierto modo, admitir que bajo determinadas circunstancias podríamos prescindir de una de ellas y continuar con el proceso de aprendizaje. Algo que en mi opinión sería prácticamente imposible o, mejor dicho, dificultaría notablemente la adquisición de la lengua en cuestión. Antes de continuar con esta reflexión me gustaría citar las definiciones de la Real Academia Española en referencia a estos tres conceptos:
  • PSICOLOGÍA: ciencia que estudia los procesos mentales en humanos y en animales,
  • PEDAGOGÍA: ciencia que se ocupa del aprendizaje y de la enseñanza; y,
  • LINGÜÍSTICA: ciencia del lenguaje.
Si bien es cierto que para enseñar una lengua o cualquier otra materia no hace falta tener formación en pedagogía, también es verdad que cuando lo hacemos tendemos a aplicar determinados métodos o fórmulas que, de manera más o menos intuitiva, hemos ido adquiriendo a través de nuestra experiencia como alumnos y profesores. El problema es que en ocasiones la falta de preparación nos lleva a enseñar tal y como nosotros hemos aprendido. Es aquí cuando entra en juego la psicología, es decir, el CÓMO SE APRENDE. Aprender una lengua extranjera significa crear nuevas conexiones neuronales y abrir los ojos al mundo desde una nueva perspectiva. Básicamente es redescubrir todo lo que nos rodea otorgándole un nuevo significado. Es por ello que el modo en el que lo hacemos, es decir, el modo en el que asimilamos una información nueva es de vital importancia para optimizar el proceso de aprendizaje. Muchas veces solemos generalizar creyendo que la mejor forma de aprender es “tal y como nosotros lo hemos hecho”, lo cual puede favorecer el aprendizaje de aquellos alumnos que tengan una inteligencia similar a la nuestra pero también puede obstaculizar o, incluso, impedir el avance de quienes tengan otro tipo de inteligenciaExisten una gran cantidad de teorías que intentan explicar cómo aprendemos y conocerlas es una buena forma de reflexionar sobre nuestro trabajo como profesores, y de replantearnos nuestro método de enseñanza. 


Por otra parte, parece prácticamente imposible enseñar una lengua extranjera sin hacer referencia a la lingüística, es decir, a la gramática y a la pragmática ya sea de modo inductivo o deductivo. Sin embargo, creo que centrar la enseñanza en la lingüística y dejar a un lado la pedagogía y la psicología es un modo de obstaculizar el aprendizaje y de desperdiciar tiempo y recursos. Es la enseñanza la que se tiene que adaptar al aprendizaje y no al contrario.

En definitiva, creo que no se puede establecer una jerarquía pero sí una relación de reciprocidad entre estos tres conceptos. Está claro que es imposible enseñar una lengua ignorando su gramática y su pragmática, pero también lo es hacerlo sin un método pedagógico que se base en una determinada creencia sobre el modo en el que se aprende una lengua extranjera. Por tanto, nuestra labor como profesores consiste en desarrollar habilidades en estos tres campos y en conseguir un equilibrio perfecto entre lingüística, pedagogía y psicología para poder optimizar el proceso de adquisición de una L2. Está claro que nuestro éxito dependerá única y exclusivamente del aprendizaje.



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