miércoles, 21 de enero de 2015

Gramática en práctica

En líneas generales la práctica gramatical puede clasificarse en actividades de procesamiento y en actividades de práctica. Las primeras corresponden al descubrimiento de la regla en cuestión, por lo que se centran en la forma y se caracterizan por ser actividades de input estructurado. Su objetivo es evidenciar la operatividad de la regla y su significado es por ello que tienen que estar contextualizadas y ofrecer muestras de lenguas verosímiles, además de tener en cuenta las estrategias de procesamiento. Por lo general este tipo de tareas suelen incluir varias muestras de lengua, una reflexión, una parte práctica o de comprobación y una explicación gramatical o un espacio abierto a las hipótesis.

Las actividades de práctica, en cambio, tienen como objetivo utilizar lo aprendido y se clasifican en controladas, semicontroladas y libres. Las primeras son ejercicios de repetición mecánica o estructurales, en los que hay que completar, transformar, relacionar, identificar o clasificar. Las segundas,  en cambio, suelen ser ejercicios en los que hay que introducir uno o más elementos en un determinado enunciado. Mientras que las actividades de práctica libre suelen basarse en la producción de textos o discursos que siguen un enunciado, el cual puede cambiar según los intereses de los alumnos.

Es en este tipo de actividades, es decir, en las de práctica, en las que nos centraremos. El objetivo es evidenciar las diferencias entre un ejercicio de mayor control y uno de práctica libre e intentar adaptarlos a nuestra propia realidad.

 Actividades de práctica


1. Ejercicios: Aquí tenemos el típico ejercicio gramatical de práctica controlada basado en ejercicios de repetición en los que hay que completar con la palabra que falta o identificar el verbo correcto. En este caso se proponen cuatro actividades para practicar el condicional simple de los verbos regulares. Aquí, para bajar el grado de control habría que realizar varios cambios. Por ejemplo, el ejercicio número dos se podría convertir en una actividad semicontrolada si se ofreciese un input para que el alumno pueda crear una frase de forma autónoma que evidenciase sus propios gustos, de esta forma la labor del estudiante no se limitaría solamente a conjugar el verbo. De este modo, la actividad se presentaría de la siguiente forma:

(a nosotras, gustar) Nos gustaría hablar muchos idiomas.
Idiomas: Me encantaría hablar varios idiomas.
De esta forma se pasaría de un ejercicio de repetición a uno de producción, en el que hay que introducir varios elementos en un enunciado. Con el primer ejercicio se podría hacer algo similar, bastaría con ofrecerle al alumno solo la primera parte de la oración, es decir, hasta la aparición del conector “pero”:
Esta tarta está buena pero .........................................
Una vez más el alumno tendría la libertad de completar la frase como crea conveniente, eso sí utilizando el condicional simple.
Personalmente este tipo de tareas las utilizaría como deberes, aunque en determinadas ocasiones podría proponer alguna de ellas en clase sobre todo como actividad de calentamiento antes de empezar un ejercicio de carácter libre.

2. ¡Qué solicitado estás!: Esta actividad de práctica gramatical es libre. Aquí el objetivo es practicar el estilo indirecto y para ello se plantea la siguiente situación: tu compañero de piso y tú llegastéis ayer de vacaciones y como a él no le dio tiempo de escuchar los mensajes te pide que se los mandes por fax. De esta forma el alumno debe reproducir por escrito los mensajes del contestador. Se trata de una práctica libre ya que en este caso el alumno tiene que crear un texto de forma autónoma, por lo que la producción ocupa un lugar esencial.

     Sin embargo, esta actividad puede mejorarse, adaptándose a los alumnos y a los nuevos tiempos. Por ejemplo, se pueden grabar los mensajes para hacerlo más realista y para que los alumnos, en vez de practicar la comprensión lectora, practiquen la auditiva. También se podrían crear o buscar nuevos mensajes de contestador en internet o hacer que los alumnos graben una nota de voz, por ejemplo, en un mensaje de Whatsapp y que se la envíen a otro compañero que será el responsable de trasmitirla a toda la clase. A su vez, este ejercicio podría combinarse con un cortometraje llamado “Ni una sola palabra de amor”, que se basa en los mensajes desesperados que, a lo largo del tiempo, una mujer deja a su amado en su contestador telefónico.
Sin duda utilizaría esta actividad en clase ya que es una forma divertida de poner en práctica el estilo indirecto. Sin embargo, este ejercicio podría combinarse con deberes como transcribir la nota de voz que ha enviado otro compañero o, si eso ya lo hemos hecho en clase, podemos pedirle a cada alumno lo contrario, es decir, que a partir del texto de estilo indirecto creado por uno de sus compañeros reproduzcan lo mismo pero en estilo directo. También se les puede pedir que vean el cortometraje en casa para hablar de él en la siguiente sesión y que pasen a estilo indirecto uno de los mensajes. Todos estos ejercicios se dirigen a un público joven y adulto de entre 18 y 35 años y pueden adaptarse tanto a clases particulares como grupales.
Este tipo de actividades en las que se combina la práctica gramatical con las nuevas tecnologías y en las que se adapta el contenido a la realidad del alumno permiten no solo asimilar mejor los contenidos sino también aumentar el interés y la motivación de los estudiantes. Además, es una buena forma de dotar a los ejercicios gramaticales de un contexto y de un objetivo extralingüístico y de crear material que sea fiel al uso real y actual de la lengua.

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