Para desarrollar la comprensión lectora, auditiva y audiovisual y la expresión e interacción oral y escrita de nuestros estudiantes es necesario tener muy claro cuáles son las microdestrezas que tendrán que desarrollar y qué ejercicios son los más adecuados en cada caso. Conocer la gran variedad de propuestas y tareas que existen y saber aplicarlas en la clase ELE es clave para poder focalizar el aprendizaje y para ofrecer actividades variadas orientadas a mejorar la capacidad de comunicación del alumno en la lengua meta, en este caso el español.
El problema es que aún hoy se siguen publicando y utilizando una amplia variedad de manuales ELE que relegan a un segundo plano ciertas competencias (como la comprensión auditiva y audiovisual) o que ofrecen actividades monótonas que tienen en cuenta solo el desarrollo de algunas microdestrezas. Por ejemplo, los ejercicios de práctica oral en la mayoría de los casos carecen de una escaleta detallada y se centran en la exposición de un tema y en el típico enunciado “coméntalo con tu compañero”. Sin embargo, está claro que no podemos echarle la culpa a los manuales de una negligente práctica docente. Somos nosotros como profesores los responsables de valorar la utilidad de las actividades y de mejorarlas o complementarlas según las microdestrezas que queramos trabajar y el perfil de nuestros alumnos. Dentro de este contexto, la creatividad y la capacidad de adaptación de contenidos reales o de recursos didácticos es clave para asegurarnos un equilibrio apropiado entre las distintas microdestrezas.
- relegar la escritura a un segundo plano, con actividades para realizar en casa que consistían sobre todo en escribir una redacción o un artículo para poner en práctica los contenidos gramaticales tratados en clase;
- centrar la práctica oral en actividades para describir, opinar o contar experiencias;
- no prestar atención a la entonación ni a los recursos y estrategias utilizados en la práctica auditiva y no dejar claro el para qué;
- centrarme solo en el significado global o en la mera comprensión léxica y gramatical de los textos escritos. Ignorar por completo la organización, la cohesión y la lectura crítica, lo cual hacía que mis alumnos no fuesen capaces de escribir textos claros y estructurados, con ideas principales y secundarias bien estructuradas y cohesionadas.
En definitiva creo que la mejor forma de saber si estamos haciendo bien nuestro trabajo es analizar los resultados conseguidos. Es aquí donde preguntas como ¿qué hay detrás de las dificultades de mis alumnos? o ¿cuál es mi responsabilidad en todo ello? pueden convertirse en un buen punto de partida.
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